jueves, enero 10

Solidaridad Española-Venezolana


Hace poco estuve en España y pude palpar cómo sus ciudadanos son solidarios con nosotros los venezolanos. Si bien es cierto que las cuestiones de rechazo a los latinos persisten por aquellos lares, también se nota que no pasamos inadvertidos ante ellos. Realmente, fue una hermosa experiencia y ahora un hermoso recuerdo que trato de mantener vivo, el que más de una persona, al conocer mi nacionalidad, se me acercara a darme una palmadita o una palabra de aliento, un consejo o simplemente a decirme: “estamos rezando por tu país”, “paciencia”, “no se rindan”, “nosotros tampoco estamos muy bien”.

Creo que no me equivoco al pensar que algo así contrasta mucho con la idea de una España dura, con un Rey capaz de poner en su sitio a nuestro presidente aún rompiendo el protocolo durante aquel memorable evento del pasado noviembre, arriesgando su imagen. Sería tonto decir que allá no hay discriminación, maltrato e injusticias con algunos de los nuestros, pero sería injusto ocultar la otra cara de la moneda, la que raramente se ve en los titulares y que no llega a nuestros ojos u oídos: en el corazón de España, o al menos en el de algunos de sus ciudadanos, Venezuela está presente.

Créanlo, se identifican con nuestras penas y alegrías, vivieron la angustia por el SI o el NO. Las conciencias estaban muy claras en lo que esa elección significaba para nosotros. Con toda seguridad, puedo decir que nos acompañaron. Ahora, pienso que son ellos quienes nos necesitan a nosotros. La situación que viven camino a las próximas elecciones no solo se está caldeando por el tono de los discursos del actual gobierno para con sus opositores, bien sean de la Iglesia o del sector político. Allí, en esa decisión que los españoles deberán tomar en marzo, también se juegan muchas cosas.

Sin irme a la crítica del discurso político del PSOE o del PP, creo que el actual gobierno, en medio de su “permisiva” gestión, de puertas abiertas para prácticamente todo, sin control: inmigración, aborto, matrimonios homosexuales, va desatando una montaña de problemas morales y sociales que luego intenta arreglar sólo con leyes positivas (algunas inmorales) y medidas políticas en nombre de los “intocables”: Estado, soberanía nacional y legítima autoridad gubernamental.

Si en Venezuela se niegan muchos derechos, allá se conceden demasiados. Si aquí se corrompen las instituciones, allá también (por ejemplo: la familia). Creo que ni lo uno, ni lo otro, sino la justa medida. A los hechos hay que remitirse para ver que ninguno de los dos caminos es bueno, porque ninguno favorece ni conduce al progreso.

No hay comentarios.: